La noche lluviosa, fria era propicia mas bien para los amores en casa o un chocolate frente a una película en video. Pero poco a poco, lentamente al principio, fueron llegando compañeros de oficio, amigos del alma, solidarios fotógrafos que participaron en la exposición, entrañables familiares, desconocidos que dejaron de serlo.
La inauguración de la exposición SOL DE MONTERREY, con la que se inauguró RESOLANA, estaba en marcha. Eran las 20:30 horas del jueves 24 de enero. Sonia de Osio, brillante encargada del proyecto arquitectónico del naciente espacio, me dijo pocos días antes que pospusiéramos pues faltaban varios detalles. La convencí con los mismos argumentos que ella utiliza para que yo esté de acuerdo con sus propuestas: la necedad. Esa noche los dos nos reíamos felices de no haber pospuesto.
En un ejercicio de memoria llevo contabilizados hasta el momento 67 nombres. Si le agregamos a los que no reconocí y a los que por la falta de condición física de la memoria no recuerdo, seguramente estuvimos más de 80 personas. La sala de exposiciones, la cochera, la cocina, estaban a reventar. Pero el número deja de ser importante cuando el cariño fue más persistente que la lluvia que no dejó de caer. Esa agua es de buena suerte, me dijo alguien.
Algunos comentarios escuchados a lo largo de la noche: “Buena selección de fotógrafos participantes”, “Cuando me dijiste de un espacio para promover la foto nunca pensé que tuviera ésta calidad”, “El lugar es espléndido”, “Cuándo inician los cursos”, “¿Hay más vino?”.
Al momento de las palabras inaugurales no mencioné palabras como “instituciones oficiales de la cultura”, ni “su amigo el gobernador”, pues los infinitos agradecimientos son para personas que ayudaron a construir éste proyecto independiente:
Agradecimiento infinito a los colegas-fotógrafos participantes en la exposición inaugural: Daniel Abad, Erick Estrada, Óscar Estrada, Heriberto García, Joaquín Garzafox, Eduardo González, Juan José Herrera, Julieta Leal, Carlos Limas, Rodolfo Maldonado, Rubén Marcos, Marcos Méndez, Roberto Ortíz Giacomán, Teresa Rodríguez, Mario Salinas, Jaime Toussaint y Domingo Valdivieso.
Agradecimiento a Sonia de Osio por su disponibilidad, empeño, amistad y creatividad para el diseño arquitectónico de RESOLANA.
A Rosa Casanova que ha dedicado mucho tiempo a escuchar, sugerir y apoyar, además, éste proyecto con un espléndido texto.
A Xavier Moyssén, no solo por lo que escribió sobre RESOLANA, sino por todo su apoyo hacia mi trabajo fotográfico desde hace muchos, pero muchos ayeres, desde aquella primera vez en 1985 que organizamos la primera exposición de fotoperiodismo en Monterrey.
A Maricela Hinojosa por su apoyo al adherirse como socia en momentos de escasez de fondos. A Erika del Paso que siempre estuvo apoyando en lo que fuera necesario.
A mi familia. A Refugio (que en Gloria esté) que fue la primera que creyó en éste proyecto y me ayudó a poner los primeros cimientos. A Esteban y Alexandro, mis amados hijos, por su solidaridad permanente (y por la lana que me prestaron...que espero terminar pronto de pagarles). A mi madre, bohemios, por su presencia y amor.
Después de agradecer, y en donde quizá olvidé puntualizar algunas de las cosas mencionadas, pero que hoy quedan escritas como testiomonio de ese agradecimiento a todos ellos, descorchamos botellas de vino que varios de mis amigos trajeron (Adriana Linares, Lupita Guajardo, Magalí Penella, Roche Maldonado, Julieta Leal...¿quién más?), abrimos las viandas que Esthela Garza y Maricela Hinojosa llevaron. Eran las 21:30 hrs. La felicidad era contagiosa.
La plática se prolongó, algunos amigos tomaron fotos, nos tomamos fotos (¡¡¡enviénlas, por favor!!!). Temprano, a las 4:30 de la mañana siguiente terminó todo. Había que trabajar en pocas horas.
Juan José Cerón
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